martes, 17 de febrero de 2009

Compleja radiografía de mi ser a media noche

Esta noche no se diferencia a muchas otras. Para variar no puedo dormir, fácil por el calor o porque mi mente no puede parar de trabajar y se cansa más tarde que mi cuerpo. Este clima me ahoga al igual que mis pensamientos. Casi siempre son los mismos y llegan casi a la misma hora, están domesticados. Hoy no quiero escribir un poema ni un cuento; no quiero pensar en el ritmo ni en un final interesante, solo quiero soltar todo aquello que me persigue sin encontrar solución acertada y permanente.

Estos son los momentos en que más pienso en mis carencias y ausencias. Sé que tengo mucho y no solo me refiero a lo material y que muchos podrían decir que no debo quejarme y es que tampoco lo más acertado es decir que lo hago. Sin embargo hay algunas cosas que necesitan sus actores, momentos y vías. Personajes, tiempo y lugar. Uno quiere recibir un elogio y sentirse hermosa no solo cuando papá lo dice o no solo quiere que mamá la abrace y le diga que la quiere. Esa necesidad afectiva ya fue copada por ellos y ahora aparece otra casilla por ser llenada por alguien más y otra más que está llena, lista para entregar.

La situación se vuelve complicada cuando el actor nunca aparece o se demora. La espera es cada vez más larga y el efecto de otros ya no es el mismo y pierden encanto y eficacia. Entonces se empiezan a añorar emociones agenas. Una se empieza a preguntar si tal vez ha generado o genera ciertos sentimientos en alguien en particular. Quisiera saber si le produzco desvelo, o si se arrepiente de haberme perdido y si soy la inspiración oculta de su arte; si muere por mis ojos y sueña con el tacto de mis manos. Eso probablemente será un enigma eterno. Solo queda conocer las confesiones de algunos sobre otras, aquellas que a veces desearíamos ser. Pero qué tenían?, cómo logran ese efecto?, No lo sé, creo que es algo inconciente o la salida es caer entre ojos de un obseso. Arma de doble filo.

Solo sé que en poco tiempo he conocido con más claridad todo lo que puedo generar en alguien, tal vez una sensación y pensamientos no tan esperados, pero sí nuevos e impredecibles segun mi juicio. Si pues, ya no soy una niña, o al menos asi ya no me ven, fácil hace tiempo, pero recien mi mente lo asimilo, casi obligada pero lo hizo. Ahora el cuerpo prevalece y el alma es algo decorativo. ¿Cómo el cuerpo va a prevalecer?, me pregunto, ya que en mi caso no me la creo. O sea nunca me he sentido la más bonita, ni aquella por la que todos suspiraban y pensaban hasta cuando estaban en el baño, ni la más femenina y menos la más divertida. Tal vez se deba por la apreciasión externa. Creo que no es buena idea que cuando tienes 15 años tu abuela te diga que tienes una mirada tosca y fea o que tus tíos te vean a los 14 años como ente que solo busca refugio en la comida y así será una gorda por siempre; y para ponerle la cereza al pastel no se logra concientizar a una chica de 15 años a adelgazar diciéndole que las gorditas siempre son las mejores amigas. Lamentablemente hay algunas personas que no conocen el tino. Pero, ¿por qué recuerdo eso?, debería de poder cojer esos recuerdos, arrugarlos y botarlos en un basurero. Que pena que no sea tan fácil.

A pesar de la constancia del recuerdo esas jodas logran superarse paso a paso. Hoy en día me siento más comoda con este cuerpo, esta urna que conserva mi alma. Porque no es perfecto y no es el más lindo, pero es. Mi pecho es tan cruel como bendito y mis ojos han ganado notoriedad tras el recorte de mi cabello.
No me da vergüenza hablar de el y mostrarlo si es necesario, obviamente como se lo merece, con respeto y un pudor que no debe de confundirse con desprecio y rechazo.
Y así quizás se llegue al cometido, a lo tan esperado, pero ¿quién sabe?. La paciencia no fue hecha para nosotros los vehementes. Quizás no es la hora, ni el lugar. Tal vez aun faltan cosas por crecer y cambiar; conocer y aceptar.

No puedo creer todo lo que acabo de escribir, ha sido una digna catarsis, divino proceso que se lleva esa toxina que me satura, liberándome y sincerándome con quien me lee y conmigo misma. El rechazo de nuestras verdades no nos lleva a ningun lado, solo nos entierra en una sala oscura. Aceptarlas no es fácil, pero si es necesario. Ser libres es algo más que no tener cadenas, expresarse o votar por un gobernante; es sentirse a gusto con uno mismo, conocerse y no avergonzarse, escuchar a los demás y no dejar manipular la voluntad e imagen propia a gusto de la crítica, pocas veces sana, de los demás, pero que nos puede ayudar a reconocer que somos y que no.

2 comentarios:

Isaac Cohen dijo...

despues de leer este post... definitivamente necesito un cigarrillo...
i need it.. i need it... i need it...!

Claudia C. dijo...

Creeme que leerte, para mi, también fue una catarsis...