sábado, 27 de septiembre de 2008

Sonreir

Aunque a veces sea difícil
y el vacío del alma sea muy grande.

A pesar de las caidas,
porque siempre hay hombros sobre los cuales apoyarse.

Con todas las fuerzas,
cuando te recuerdo.

Para alegrar tu mañana
y robarte una sonrisa a ti tambien.

Sin miedo ni reparo,
como si fuera la última vez.

Como una tonta enamorada
o la más cuerda de las observadoras.

Cada vez que contemplo lo que la vida me ha entregado
y lo afortunada que soy de experimentarlo.

Siempre y sin razón,
porque cada momento es el indicado y los motivos sobran.

El dilema de la rutina conformista

Cierro los ojos e intento mirar,
con mis manos toco mi rostro e intento recordar
como era ese sentimiento
que te estremece y te tranquiliza,
que te llena y te vacía sin avisar;

No lo logro, la memoria es débil.
Ha pasado ya el tiempo y
ha aniquilado la claridad del recuerdo.

Aun nada lo sustituye,
nada lo revive.
la sensibilidad se congeló
y las puertas se cerraron
el miedo vuelve y sólo de ilusiones se vive

La impaciencia se ve en la espera,
eterna y amenazante
que entrena y nunca enfrenta,
que busca y huye
que acompañada se sueña
pero sola se queda.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Algo más que tu mirada


No sé si con palabras podré describir, lo que me hacía sentir, cada vez que veía sus ojos. Ambas esferas color café, que no se comparaban con las tantas tazas que he podido tomar cada mañana. Eso era: quería beberlos, llenarme de esa esperanza y alegría que reflejaban, las que a mi mucho me hacían falta. Ese era Santiago. Un alma caída del cielo, que dejaba a su paso un halo de optimismo y buen humor.

Nunca se molestaba, era paciente y siempre le regalaba una sonrisa a quien fuera que tratara. Cuando conversabas con él, parecía que lo conocieras desde hace años, a pesar de que lo acabaras de ver por primera vez. Tenía un espíritu de niño que le daba inocencia, pero esto no significaba que fuera del todo ingenuo, sino todo lo contrario, sabía captar a primera vista las intenciones de los demás.

Santiago disfrutaba leer, escribir y bailar. Siempre estaba buscando un libro nuevo, de cualquier género. Su facultad para escribir logró al instante llamar mi atención. Pude leer muchos de sus poemas y cuentos, porque siempre cargaba un pequeño cuaderno negro, donde plasmaba lo que sintiera en un momento específico. Un tema recurrente era el amor, ya que era todo un romántico. A pesar de que me sentí asqueada por un momento, logré digerirlos y me agradaron, - fue extraño, era la primera vez que me pasaba-.

Era menor que yo. Le llevaba exactamente un año, pero me demostraba mayor madurez que cualquier otra persona de su edad. Su sola presencia generaba una atmósfera única, en la cual lo mejor de mí salía a la luz; era el antídoto de mi dolor y todo lo que yo quería llegar a ser y tener.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Balada de un encuentro fugaz IV



Cuando la atmósfera serena se empezó a cargar, la duda me embargaba. Algo estaba apunto de suceder; no sabía que sería, aunque por un instante lo imaginé. ¿Cómo voy a reaccionar?- me preguntaba. Santiago cada vez estaba más cerca de mí. Entonces ocurrió. Quedé atónita, mi cuerpo reaccionaba más rápido que mi mente. Al darme cuenta de que estaba echada en el sofá y Santiago sobre mí, mi boca decidió hacer algo más: hablar. Yo: Ángela, no podía obviarlo, necesitaba una explicación. Al instante pregunté, con una sonrisa pícara y mirándolo directo a los ojos: Santiago… ¿qué somos?

Respuesta a la misiva

Hoy recibí una carta,
que tradujo el silencio de ese día.
Sólo me miraba y una sonrisa en mi se dibujaba.
Las palabras no eran necesarias,
y así comprendí que en este camino acompañada anadaba.
y ahora sólo falta un tercio del camino,
el cual seguiré caminando contigo
y aunque se que este proceso terminará,
el recuerdo nunca se esfumará,
ya que cuando vea una estrella
evocaré a la memoria esa noche callada
en la que con lagrimas en los ojos
un "Gracias" lo dijo todo.