jueves, 18 de septiembre de 2008

Balada de un encuentro fugaz IV



Cuando la atmósfera serena se empezó a cargar, la duda me embargaba. Algo estaba apunto de suceder; no sabía que sería, aunque por un instante lo imaginé. ¿Cómo voy a reaccionar?- me preguntaba. Santiago cada vez estaba más cerca de mí. Entonces ocurrió. Quedé atónita, mi cuerpo reaccionaba más rápido que mi mente. Al darme cuenta de que estaba echada en el sofá y Santiago sobre mí, mi boca decidió hacer algo más: hablar. Yo: Ángela, no podía obviarlo, necesitaba una explicación. Al instante pregunté, con una sonrisa pícara y mirándolo directo a los ojos: Santiago… ¿qué somos?

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