Al secarse el río, restregué mis ojos y percibí lo que estaba a mi alrededor. Ella estaba sentada a mi lado y empezó a conversarme. Sin darme cuenta me encontraba en un campo infinito lleno de color, donde yo era el alma más gris.
Así empezó a hablarme e intento generar una conversación. ¿Qué deseas?, -me preguntó-, yo no entendía y me quedé pensando, creyendo que todo era una simple visión y su voz el sonido del viento.
¿Qué deseas?- volvió a preguntar con curiosidad y entusiasmo. Voltié y la miré, mis ojos las escanearon; me parecía familiar, es más se parecía mucho a mi, solo algo la diferenciaba. Ante su pregunta le respondí que no sabía. Eso es imposible- me dijo con ganas de reirse. ¿Acaso me lo vas a conceder?-le pregunte burlona. Tal vez, pero tu actitud no me convence del todo,-me respondió. La miré confundida. No me conoces, y si quisiera decirte que deseo tal vez nunca terminaría.- le dije molesta.
Con que tu eres de las que sueñan en grande- me dijo de manera sarcástica. Me molestó y no quería hablarle. Es demasiado molesta para ser una visión -pensé. Te conosco más de lo que crees- me dijo. A si?- le respondí incrédula.
¿Bueno si te crees tan buena, tu qué deseas?- le pregunté con un poco de curiosidad.
Yo?, mmm, yo quiero una viaje a la luna- me respondió con una sonrisa en el rostro.
¿Un viaje a la luna?- repetí sorprendida. Nadie me había respondido algo así y solo pude reaccionar riendo.
-¿Por qué te ríes?- me preguntó triste.
*Porqué no entiendo para que quieres ir a la luna, me parece poco realista y, sorry, pero tonto.
- Claro te burlas porque a ti ese viaje no te hace falta.- me respondió
*Y como estas tan segura de que no lo necesito.
-Simplemente lo sé.
*Y tu, ¿para qué quieres eso?- le pregunté. Y si pues, necesito cosas más útiles que eso.
-Yo quiero ir a la luna para cazar estrellas. Quiero sentarme en un cráter y mirar al espacio. Ahí abundan las estrellas y no he tenido la suerte de encontrarlas aqui en la tierra, asi que iré a la luna.
La escuchaba pero aun quede algo confundida con una de sus declaraciones asi que le pregunté:
*¿Por qué dices que no necesito ir a la luna?, tal vez si lo necesito; quizás de esa manera me alejaría de todo y me sentiría tranquila y feliz.
-Yo voy a la luna porque quiero cazar estrellas para que me acompañen, me ilumuninen y no me sienta sola. Ellas me ayudarán a no perder mi color. Cuando tomas conciencia de ellas nunca vuelves a estar gris.
Fue ahí cuando me contemplé y me di cuenta que era un ente incoloro, opaco y triste.
*Pero yo sí necesito ir a la luna entonces. Mirame soy muy gris.
-¿No te das cuenta?, tu tienes mucha suerte. Tienes lo que estuve buscando y ahora debo encontar en tierras espaciales. Tu tienes muchas estrellas, más de una treintena de ellas, las suficientes para envolver al mundo en un arco iris. Eres afortunada a todas las encontraste en la tierra y cayeron en tu camino como estrellas fugaces, cuya luz no se extinguió. Eso no ocurre todos los días y mucho menos a todo el mundo.
*Entonces, ¿por qué sigo siendo gris?
-Porque no te habías captado a ti misma, ni a lo bueno de tu alrededor. Si no aceptas y conservas a tus estrellas, será como si no existieran; si para ti no existen no lo hacen para nadie más. Ellas son la fuente de lo bueno en el mundo y de lo que te hará crecer y ser feliz. Tu no necesitas viajar a la luna.
Terminó con una gran sonrisa. Yo sólo atiné a abrazarla y ella dirigió mi mano hacia mi bolsillo izquierdo. De ahí sacó una pequeña bolsita, la cual a pesar de su pequeño tamaño no tenía fondo; la abrió y me mostró mi tesoro y me dijo que debía de guardarla en el bolsillo de la blusa para que este cerca del pecho y no volver a dejarla abandonada en el otro bolsillo.
Poco a poco el color volvía y un nuevo aire se respiraba, el panorama no era llano y a la deriva, ahora tenía un camino que crecía a medida lo caminaba.
Ella me acompañaba, pero a medida que avanzaba más Ella se desvanecía e iba despidiendo poco a poco. Yo sabía que la iba a volver a ver y esa transformación solo era transitoria y así se convirtió en una pequeña lucecita que guardé en mi bolsa de estrellas. Me entristecí un poco, pero me repuse porque ella estaba conmigo al llevarla en el bolsillo de la blusa y al contemplar los colores que llenaban mi alma, aquellos que no solo me reflejan a mí sino a todas las demás estrellas que me acompañaron cuando mi alma era gris.
*
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