
¿Cómo podía ser tan insegura?- la interrogante, tenaz emergía . Qué preciosa se veía con la luz enmarcando sus ojos; reflejaban todos los sueños que se impedía materializar. Cuántas veces la había visto llorar. Me llené de rabia; quería que fuera feliz y alejara su absurdo dolor. Su tímida sonrisa se trazaba en sus dulces labios. No había que probarlos para saberlo, pero cuanto añoraba el hacerlo. Por primera vez Ángela bajó la guardia, se encontraba vulnerable.
Era increíble cómo todo había cambiado. Recordaba cómo ese año había empezado; cómo era yo antes de conocerlo: tenía tanto miedo de sentir y soñar. Todo por no querer salir mal y sufrir sin razón. Prohibido enamorarse- escribí en mi agenda al iniciar el año. En ese momento estaba rompiendo mi principal meta. ¡Qué importa!-pensé-, por un instante quería olvidar reglas, consejos y miedos; dejar de razonar y darle pie a sentir. Las opiniones y comentarios de nuestros compañeros de trabajo sobraban. Sólo quería la compañía de esa persona, que tantas veces me hizo reír, me acompañó y me escuchó. Cuánto quería quedarme suspendida en ese momento. Había llegado al punto que tanto eludía. Parecía como si el mundo se esfumara efímero.
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