jueves, 19 de marzo de 2009

A través

Tras los muros de tu piel
intento entre fibras
encontrar tu alma débil,
víctima de la soledad más fría.

Ante mi cansacio perseverante
solo quiero los pasos
que tú: experto caminante,
has mantenido mansos.

Mansos nunca serán tus ojos,
esos abismos negros
encierro en mi exhilio
y satisfacción de mi vacío.

Quiero beber la amargura de tu escencia
probar tu dulce decadencia
y dormir entre tus dedos de amapola,
espora que me transporta entre olas.

Olas de bruma y cantos de sirenas,
de mentiras y verdades agenas,
portadoras del silencio de la noche
y de mi corazón al ver el amanecer.

Llegada de la mañana virgen
que por las noches pierde la inocencia,
que desconoce de ataduras
y junto a tus sueños madruga.

Necesaria la presencia
la voz que ya no está
que no comprate la experiencia
de la apertura del alma,
y la confesión de la carencia,
el develo de lo que se irá
y no verá desnudarse la escencia
aquella que aún se mantendrá
como recobrando la inocencia,
tras entre sus verbos y manos perderla.

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